Una película de uno de los grandes que consigue que los aspirantes reflexionemos un poco. Super8 y sus personajes, en esta película se nos presentan jugando a indexar contenido, de forma ordenada según importancia en la trama, adelantándonos información útil para la comprensión total del texto. El personaje “protagonista” hace su primera aparición al inicio de la trama, el perfil de este personaje aparece como el (quizá) más definido del conjunto de personajes tanto principales como secundarios. Se nos muestra una situación familiar compleja, recibimos la información por comentarios, afortunados, o no, que nos dan una idea de lo sucedido y nos adelantan datos sobre la realidad futura.
Tras la escena inicial, los actos del funeral, hay una elipse temporal que nos sitúa cuatro meses después de lo sucedido.
El ambiente cambia por completo, mostrándose desenfadado y propio de los Estados Unidos de la época. (Quizá bastante adornado con las ideas preconcebidas que el público tiene sobre determinados momentos, lugares y condiciones sociales).
Se inicia al espectador en una serie de breves “explicaciones” sobre la vida de los integrantes del grupo y sus diversas situaciones. El carácter de cada uno de los personajes infantiles que forman el grupo de amigos protagonistas está (en mi humilde opinión) poco desarrollado en algunos casos y completamente tipificado. Los personajes tipo son un recurso que se utiliza demasiado gratuitamente. Lo cierto es que no requiere un gran esfuerzo por parte del público pero también empobrece la narración aportando únicamente rasgos comunes (aceptados y entendidos de sobra), que el público identifica (y en ocasiones desprecia por lo repetitivo).
El caso del personaje del niño gordito es un claro ejemplo de lo que comento. “El amigo gordo” que aparece en todas las pandillas, unido al “loco”, en esta caso el pirómano, el cobarde y el freak. La chica también es un claro ejemplo del personaje tipo, icono de la belleza (en este caso infantil) y la idealización de una rebeldía nata y nada gratuita en este caso concreto.
Super 8, es la excusa para contar una historia de ciencia ficción narrada y experimentada por personajes infantiles que hacen que sea una película apta para todos los públicos. A nivel de estrategia comercial es todo un acierto llevar al terreno familiar una temática antaño reservada a determinados géneros y sectores del público. Tratándose del “nuevo” J.J Abrams al guión y la dirección y de un Spielberg a la producción ejecutiva, ¿qué menos podíamos esperar?
La apuesta es increíblemente acertada, en este momento y en esta época en la historia del cine en que un guión aceptable (y completamente comercial) de la mano de unos efectos especiales dignos de la nueva era de la súper tecnología, garantizan un éxito aplastante en el primer fin de semana de proyección. Blockbuster desde la concepción misma de la idea, escrito, producido y dirigido con un único y ambicioso fin.
Con comportamientos base en los ideales de conducta del modelo americano, una iconografía amplia y de sobras conocida y un final precipitándose hacia lo que todos conocemos como “el final clásico”. La última imagen vale su peso en oro, el modelo de familia separada por la tragedia, al fin unida por una fuerza mayor. Como diría Pedro Piqueras “apocalíptico”, pero tan tierno…
Y si, este es el Hollywood comercial de nuestra época, el que empieza su reparto con una joven Elle Fanning (sucesora o competidora de Dakota) y lo finaliza con un Graham Clarke al que después de veintidós títulos protagonizados, todos identificamos como el eterno villano. (Hasta hemos podido verle en la primera temporada de The Walking Dead, con no muy buenas intenciones).
En definitiva Super 8 quizá sea de esas películas para ver en familia, o simplemente para ir a “ver que se cuece” por las cabecitas de Abrams y Spielberg, en este momento de ebullición de lo nuevo y de rechazo de la narrativa por la narrativa. Consumo, con la C de cine y una pequeñísima apuesta por aquel texto que pasaba años en la incubadora nutriéndose de todo aquello que le era nuevo, diverso y de “valor añadido”. Un guiño que han querido insertar en una producción que se aleja a pasos agigantados del cine de medianoche para adentrarse, chapotear y renacer en las aguas verdes de los beneficios de la nueva ficción norteamericana lejos de las reliquias del Super 8, abrazando las nuevas cámaras 3D de las que aún nos queda mucho que aprender y mucho que rechazar, porque como en todo, hay que hacerlo mil veces mal para que una salga bien.
Nota Petite Alice: 7 de 10.
JC
domingo, 15 de enero de 2012