domingo, 12 de enero de 2014
Blue Jasmine Crítica. Una flor en el Crepúsculo, Por Rouse Cairos.
Cuando de Woody Allen no se esperaba más que películas simpáticas, ingeniosas pero livianas, irrumpe "Blue Jasmine", como una de las obras más profundas e inquietantes del maestro en mucho tiempo. Luego del cinematográfico tour europeo, Woody regresa a su país y retoma los pasos perdidos para contar una historia intensa y provocativa inspirada en "Un tranvía llamado deseo", que muestra la decadencia de una dama con delirios de grandeza, refugiada en un mundo inventado, altanera y desequilibrada.
Tal como en la obra original de Teneessee Williams e incluso en la versión filmina de Elia Kazan que le valió en 1951 un Oscar por Mejor Actriz a Vivien Leigh, "Blue Jasmine" está construida desde el enfrentamiento de dos mundos culturales que se reflejan en la permanente disociación de su protagonista.
En la transposición de Allen, el papel de la desequilibrada Blanche DuBois original, ahora está a cargo de una inmensa Cate Blanchett encarnando a Jasmine, una millonaria caída en desgracia, al descubrirse que su marido había construido su fortuna en base a fraudes financieros. Sin un centavo, pero apegada a los lujos de su vida anterior, la protagonista desciende desde sus refinados ambientes neoyorquinos hasta el humilde departamento de su hermana Ginger (Sally Hawkins) alojada en una modesta zona de San Francisco.
Woody contrapone los universos opuestos de empresarios adinerados en Manhattan con personajes de la clase trabajadora (albañiles tatuados y con peinados modernos; sentimentales empleadas de supermercado), aunque esta vez los extremos se unen en una mirada invariablemente desoladora. Allen retrata de una manera clara y evidente estos dos mundos opuestos otorgando humor y ligereza a los momentos más trágicos y resignificando situaciones aparentemente más livianas. Apoyada en un soberbio montaje, la película está narrada entre dos tiempos: el pasado, tan vacío como esplendoroso exteriormente, y el inestable presente de una mujer sumergida en un cóctel de antidepresivos.
El montaje alterna pasado y presente, contrastando la vida ociosamente lujosa y el ajetreo de los días presentes de Jasmine, donde pasa a vivir de prestado, a estudiar computación y a trabajar como recepcionista en un consultorio odontológico.
Alcohólica y adicta a las pastillas subsiste en medio de una angustia permanente que la lleva a eclosionar en momentos cargados de tensión.
La película tiene un momento de lucimiento para cada uno de sus personajes pero "Blue Jasmine" esencialmente está pensada sobre el eje de Cate Blanchett para un personaje que fascina por su belleza, indigna con sus desplantes y conmueve al estrellarse contra la realidad siendo un instrumento involuntario de su propia caída.
Su interpretación con matices que la vuelven graciosa, triste, querible y detestable a la vez le asegura un lugar memorable en la galería de antiheroinas creadas por Allen y que habitan ese prototipo femenino profundo con resonancias de Bergmann y Almodovar.
La protagonista, como el jazmín de su nombre, abre su corola al atardecer, su intensidad es más fuerte en la oscuridad de su drama: la actriz Cate Blanchett pasa por todos los registros y consigue un personaje muy complejo y lleno de sutilezas.
Nota de Blue Jasmine: 9 sobre 10.
Trailer de Blue Jasmine.
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