sábado, 28 de septiembre de 2013
Posesión Infernal. Revindicando el original, como de costumbre. Reseña de Jinete Nocturno.
Nuestro colaborador de más allá del Atlántico nos deja una de sus reseñas como de costumbre donde se moja a fondo.
Aclaro que, al contrario de los que cabría esperar en un adicto al terror cutre-salchichero, y más si está a la mitad de la treintena, nunca he sido especialmente entusiasta de la trilogía de Sam Raimi, que en conjunto, y a riesgo de ganarme el odio eterno de muchos, nunca me ha parecido que pase de simple “chorradilla cutre”.
Sinopsis de la que nos concierne:
En la nueva y esperada versión de la exitosa película de horror de culto de 1981, cinco amigos veinteañeros se albergan en una cabaña remota. Cuando descubren un Libro de los Muertos, sin querer invocan a los demonios ocultos que viven en los bosques cercanos, quienes poseen a los jóvenes sucesivamente hasta que sólo uno de ellos queda intacto y lucha por sobrevivir.
De hecho, y a eso vamos, la única de entre aquella trilogía que hasta ahora estaba dispuesto a salvar de la quema era precisamente “Posesión infernal”, a la que se le podían perdonar sus múltiples cagadas narrativas, sus maquillajes a base de plastilina y leche, y de sus stop-motion de baratillo teniendo en cuenta su presupuesto de risa (300.000$) y lo relativamente bien, al menos en determinados momentos, que Raimi había sido capaz de manejar algo tan difícil como el terror, máxime cuando se trata de plasmar algo como las abstracciones lovecraftnianas.
En efecto, la primera “Posesión infernal”, y a pesar de que se le notan mucho las costuras, “acojona”: tiene momentos realmente inquietantes y todavía, a pesar de los años pasados, consigue que se te ponga el vello de punta en según qué escenas.
Por supuesto, y seguramente es lo más recordado, había gore e higadillos para aburrirse, pero lo que verdaderamente te los ponía de corbata no eran la casquería, que ha envejecido terriblemente mal, si no lo logrado de la atmósfera; la sensación constante de indefensión y mal rollo: el hacerte verosímil la idea de que algo poderoso y maligno acechaba en aquel bosque.
Pues bien, ¿Qué es este remake? Un bluf, un coñazo: la nada más absoluta; una sucesión de escenas gore muy bien hechas pero sin el menor sentido narrativo; una mierda de perro envuelta en un filete de hígado recién cortado.
No hay intriga, no hay juego psicológico sobre quién está poseído o no, no hay regusto lovecraftniano, no hay sensación de angustia o indefensión, no hay horror ante la transformación radical de los personajes (como sí había en el original).
En definitiva, NO HAY TERROR. Todo se reduce a una bastante aburrida sucesión de escenas sanguinolentas, auto mutilaciones y vomitonas que ya hemos visto en otras películas antes.
Y no: tampoco hay humor más allá de los chistes involuntarios en las que se convierten ciertas estupideces de guión. ¿Algo bueno que sacar de esta película?
En mi caso sí: he aprendido a valorar más la trilogía original, que ahora, en comparación con esto, se me antoja un festival de ingenio y saber hacer . Película, torpe, efectista, vacua e insustancial que se olvida tan rápido como se ve.
Nota de Posesión Infernal 2013: 3 sobre 10.
Trailer de Posesión Infernal.
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